Una vez egresado de LUZ como arquitecto, continuó su compromiso con DISTOPÍA, inician un proyecto novedoso para la ciudad “La Sala”, un espacio transitorio en el Teatro Bellas Artes concebido como un medio para la difusión y la crítica de la arquitectura. En ese transitar y ante la necesidad de continuar su formación profesional decide realizar el postgrado en el Politécnico de Milán, Italia y gracias al portafolio presentado le fue aprobado su ingreso con una beca que lo eximía del pago de matrícula. Es así como en Septiembre del 2014 parte a Milán.
Ante este nuevo propósito siempre recibió nuestro apoyo y estímulo, aún cuando nos acompañaban sentimientos contradictorios sabíamos que la separación iba a ser muy dolorosa, visto que somos una familia pequeña y nucleada y que su ausencia la íbamos a sentir a cada momento, eso dolía, por tanto, echamos mano a nuestra madurez emocional para fortalecernos y reforzar su seguridad en dar este paso y en seguir abriendo sus alas con plena libertad.
En esos días nos tocó cuidar los sentimientos de Pablo, a quién le fue, y le sigue siendo difícil entender su ausencia, fue necesario explicarle las razones y las implicaciones positivas para su hermano. Para Luis Ignacio tampoco fue fácil y como en todo proceso de cambio surgieron dudas, la incertidumbre y los temores sentimientos naturales en esa situación, más él continuó demostrando su madurez y la fuerza de carácter para adaptarse y continuar, a sabiendas que era un compromiso consigo mismo.
En mi añoranza por verlo viajé a Milán en Mayo del 2015 y disfruté de su atención, de su bella presencia y calidez, nos reencontramos desde el amor en primavera, fue una felicidad verlo más crecido emocionalmente, asumiendo responsabilidades y compromisos consciente de las ventajas de esta experiencia educativa. En este encuentro pasamos momentos lindos charlando, descubriendo espacios emblemáticos como el Politécnico di Milano, la belleza del Duomo, la visita al Lago de Como, exposiciones de arte y recorrimos la ciudad y los espacios que eran parte de su día a día, en esa conexión que tenemos tan especial en una relación que fluye desde la confianza y el respeto. Regresar y dejarlo fue dificil, muy dificil, sin embargo la realidad y la racionalidad se imponían. Regresé más tranquila, con la certeza que Luis Ignacio estaba bien, haciendo lo que quería y donde quería.
Por estos años se agudiza la situación social, política y económica del país. Hechos sin precedentes devienen en una crisis compleja que afecta a todos los sectores de la sociedad Venezolana, en especial aquellos que requerían el uso de divisas. Ante esta circunstancia se nos hacía muy difícil continuar solventando sus gastos en el exterior, fueron días llenos de tensión para Luis y para nosotros, sin embargo logró finalizar el semestre con la ayuda de sus tíos y de, una vez más, su actitud positiva, consciente de la compleja situación que se vivía en el país, sin decaer ni perder el ánimo y con la fuerza de su carácter busca trabajo y su profesor, Stefano Boeri, le da la bienvenida al estudio Stefano Boeri Architetti, uno de los docentes y arquitectos más prestigiosos y reconocidos del mundo, quien le brindó su confianza y estima y lo incorpora a un equipo de alta calidad profesional en el departamento de investigación y comunicación y conectado con competiciones y eventos trascendentes en el mundo de la arquitectura
En esta dinámica de trabajar y estudiar paralelamente, con las responsabilidades y exigencias que ambas actividades le requería con mucho esfuerzo – pero con un retardo de dos años – finaliza su carga académica, así en Octubre del 2018 presenta su tesis “Accelerazione Temporale. Passato, presente e futuro. Un Atlante del Terremoto”, así cumple con los rituales propios del mundo académico Italiano, y recibe su credencial de la “Laurea Magistrale in Architettura”
En ese momento sentimos no estar presentes en un logro tan significativo en su vida, un sueño cumplido, entonces sucede que el universo en su sabiduría tiene su magia y tres días después vivimos la llegada de Luisito al país, a su ciudad, a su hogar. Una sorpresa inesperada, orquestada con sus amigos, tías y compadres quienes inventaron una suerte de celebración en la distancia, cuando de pronto, como salido de la nada lo teníamos en casa, esto ayudó a ratificar que solo el amor le da sentido a los encuentros. Verlo entrar a casa, cuando lo creíamos a miles de kilómetros fue la mayor expresión de alegría de regocijo y de gratitud, casi un paro cardiaco, como siempre será nos abrazamos, lloramos, celebramos, brindamos, reímos y en esos días compartimos vivencias y anécdotas de su transitar en estos años y volvió a disfrutar de espacios de su Maracaibo, de nuestra comida tradicional y de la invitación de sus padrinos y amigos. Su maravillosa presencia nos abrazó y nos llenó la vida con su cercanía. Pablo vivió a su hermano y lo cuidó en esa conciencia del afecto que los une y que ambos extrañan. El tiempo pasó volando y vino su partida, de nuevo lo despedimos en el aeropuerto y como todos los finales, de un adiós nos deja los recuerdos y la felicidad de momentos únicos vividos. Estos sentimientos ratifican que el corazón tiene razones que la razón desconoce y eso explica esa sensación tan compleja del amor filiativo. Luis regresó a Milán a su trabajo, a su vida.
Al día de hoy Luis Ignacio sigue en el equipo de Stefano Boeri Architetti, recientemente logró superar el examen para entrar en el Colegio de Arquitectos de Italia y continúa consolidando su desempeño en proyectos que marcan pauta en el mundo. En este transitar, sólo agradecidos del universo por acompañarlo en cada paso con sus fortalezas, al país y la institución que le abrió sus puertas, al arquitecto Stefano Boeri, su tutor y guía permanente, a su familia que han brindado su afecto nuestra gratitud para siempre, a los amigos entre ellos Livia Shamir, Marcos Minicucci, Gianluca Camilli, Laly Fioravanti, entre otros con quienes comparte su día a día y los momentos importantes de su existir en ese bello país. Todos tienen un lugar muy especial en nuestros corazones.
De esta experiencia, como padres, podemos ratificar que cada historia es un descubrir, es un aprendizaje, es un cofre de sorpresas con sentimientos por cada hijo, cada uno es único y exclusivo, un amor que no tienen fin, que no hace diferencias. Lo importante en nuestra dinámica fue atender las particularidades y necesidades de cada uno con el equilibrio y el respeto que requería educarlos incluyéndolos amándolos y brindándoles un hogar, una familia, un proyecto personal, una vida.
Luis Ignacio y Pablo, dos regalos del universo que en su transitar van dejando su huella, son nuestro mejor legado para un mundo más articulado, más humano y ético
En este anexo se destaca a Luis Ignacio visto por tres personas muy ligadas a su mundo y el de nuestra familia: su tío Alberto Hassan, su madrina Luisa Patiño y su padrino Domingo Jauregui .
Al finalizar su 2do semestre Luis Ignacio viajó a España donde se encuentra con sus tíos María Eugenia y Alberto Hassan. Con ellos continúa su viaje hasta Ribadesella, estadía que lo reconforta anímicamente al volver a compartir desde la familiaridad y disfrutar del afecto y atención de sus tíos, dos personas especiales. De este encuentro su tío nos comenta lo siguiente:
“Por la distancia que nos ha separado, debido a que vivimos en ciudades distantes, he tenido la oportunidad de ver crecer a Luisito no de una manera sostenida, fue en los veranos del 2015 y 2016 donde pude compartir más tiempo con él. De ese compartir puedo decir que ha sido un verdadero placer convivir con este joven amable, educado y maduro caballero. Sostuvimos infinidad de conversaciones sobre múltiples temas, como por ejemplo la gastronomía (ya que a ambos nos gusta comer bien, disfrutando del placer de acompañar esas comidas con buenos caldos de la uva. También conversamos sobre arquitectura, su profesión y pasión, del arte en general, la belleza del sexo opuesto y de la bellísima naturaleza que nos rodeaba en Asturias.
Algo que me sorprendió gratamente de Luis Ignacio es su capacidad de integrarse de forma totalmente natural y sin ningún tipo de esfuerzo con personas con distintas personalidades y edades: mis amigos lo adoptaron rápidamente, sus esposas querían protegerlo y las hijas no se distanciaban de él. Tiene ese don de gente que transmite de manera singular y que tiene que ver con su inteligencia, amabilidad, generosidad. madurez y un buen sentido del humor. Estoy convencido de que estos atributos le permitirán seguir siendo un joven exitoso, no solo profesionalmente sino, quizás más importante aún como.un buen ser humano y ciudadano del mundo”
Domingo Jauregui nos dice:
“El nacimiento y ulterior desarrollo bio psicosocial, espiritual y ecológico de Luis Ignacio ha sido hasta el día de hoy una lección de vida, bien guiada, bien aprendida y bien ejercida. Este portento de sensibilidad familiar y comunitaria. Es ya un arquitecto, donde se funde el conocimiento y la experiencia del diseño de espacios vitales y comunales, en los que se basa un plan de desarrollo individual y urbano. El aspecto social y ecológico siempre prevalece en su hacer.
La experiencia académica y práctica profesional en el país y en el exterior le han facilitado internalizar una concepción del mundo y de la vida social, económica y política de los ciudadanos desde la perspectiva holística y constructivista. Estoy muy orgulloso de tenerle como mi ahijado y oro por el éxito en su desempeño personal familiar y profesional”
Luisa Patiño, madrina de Luis Ignacio recuerda:
“Cuando supe que Luis Ignacio vendría al mundo sentí mucha alegría, Luis y Carmen habían volcado toda su atención en las necesidades de Pablo, lo cual requería de absoluta dedicación y esfuerzo. Por lo que era sano para la familia que un nuevo miembro llegara para traer aún más resplandor al hogar que ya brillaba con la hermosa luz de Pablo. Así que allí estuvimos, Divone y yo, en la clínica ese 29 de Enero acompañando a Luis padre en la tensa espera que nos trajo a Luis Ignacio, Luli como le dicen sus amigos más cercanos, incluida mi hija Mariangelina “mi primo Luli”.
Compartí su bautizo como madrina con nuestra querida Jaitza, con una profunda emoción, no sólo por el significado religioso sino también porque la amistad que nos unía a Luis y Carmen ahora había pasado a un nivel superior. Durante su crecimiento mi ahijado era un enigma para mi, con el tiempo fui conociendo los procesos de su personalidad; a la ternura inicial de su mirada se agregó, su picardía, luego la alegría, la solidaridad, el compromiso y la lealtad, la responsabilidad en sus estudios, con sus padres y hermano, que dieron fuerza y madurez a su mirada ya convertido en un adulto joven. Me llena de orgullo su alto desarrollo profesional y humano de serena empatía, muy centrado ante quien siente seguridad y afecto familiar.. Luis Ignacio ahora en Milán cuna del diseño, a muchas millas de distancia y volando alto en el mundo de la arquitectura pero acá con nosotros, con su sonrisa y aquella mirada tierna que jamás cambió.”
Gracias, gracias por sus opiniones y ayudar a enriquecer trozos de su historia de vida.