Capítulo 12. Primeras exploraciones. El agua y el karate.

La nueva concepción de las inteligencias múltiples nos ayudó a expandir nuestra mente, y a avanzar explorando fuentes de desarrollo para Pablo en diversas áreas, entendiendo que, expandir las fronteras de la cognición implicaba un reto para el modelo educativo prevalente del momento, al remarcar como importantes áreas no convencionales del conocimiento.

Durante este proceso, empezamos a desarrollar junto a Pablo el área de las actividades físicas, sentíamos que, era en este ámbito donde nuestro hijo podía encontrar su espacio propio. El agua, era ya un elemento conocido para él, pues desde sus primeros meses de vida estuvo en contacto con ella, ya que muy seguido visitabamos las playas del Estado Falcón (estado de proveniencia de Luis padre) donde el contacto con el mar y la arena lo utilizabamos como estrategia para fortalecer su tono muscular, al mismo tiempo compartiamos con su abuela Aura, sus tías Malola y Denis y sus primos David, Daniel y Diego.

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El primer contacto con el agua lo tuvo de las manos de su padre, en mar abierto, luego, este mar lo cambiamos por una piscina, Pablo inició clases de natación a los dos años y medio como terapia, en el continuo esfuerzo de mejorar su coordinación motora, su fuerza muscular y sus capacidades cardiorrespiratorias, con la buena fortuna que en esta nueva experiencia fue llevado de la mano de Jaime Viloria quien se iniciaba como entrenador de natación en la academia Swim Sport un ser humano con una sensibilidad muy especial.

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De esta experiencia Jaime nos relata:

“Fue Dios quien puso a Pablo en mi camino para encontrar mi misión de vida. Yo acababa de dejar la Escuela Militar y empezaba a trabajar como profesor de natación en la academia Swim Sport cuando lo recibí en mi clase de las 4 de la tarde. Era la primera vez que un niño con Síndrome de Down se iniciaba en mis clases. Desde el primer dia senti que tanto él como yo disfrutamos y nos divertiamos en el agua y llegamos a vincularnos de tal manera que hicimos un contrato de almas, visible incluso para otras personas, algunos padres me llegaron a comentar que se maravillaban de la energía que yo emanaba cuando trabajaba con Pablo y de su cara de placidez y de alegría, sin ninguna señal temores. De esta experiencia descubrí mi vocación de carrera y decidí estudiar psicopedagogía y utilizar sus herramientas para mi trabajo con atletas de natación, y rehabilitación o habilitación de personas como necesidades especiales. Aún hoy me mantengo conectado con quien llamo mi maestro de vida, del cual me nutro cada vez que tengo la oportunidad de visitarlo y compartir con su familia quienes me han brindado una amistad sin tiempo”.

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Unos años después iniciamos a Pablo en la práctica del karate en la academia del Sensei Morita la “Organización Japón _Do Dojo Kai De Venezuela ODKV” esta actividad la compartía con su hermano Luis. Era una academia reconocida por el prestigio del sensei y la imagen de equilibrio mental y físico que transmiten los expertos en artes marciales, esta, nos animó a explorar esta área con los niños. Al momento de la inscripción pedimos hablar con el Sensei Morita, quien observándonos indico “El aprendiz entra solo y con su kimono, deja su calzado y pertenencias en el armario que le corresponda” luego prosiguió “si es capaz de reconocer sus pertenencias y atarse los zapatos sin ayuda al salir de clase no hay ningún problema”, ya para ese momento Pablo se manejaba de manera independiente y cumplia con los requisitos del Sensei.

Pablo tenía 6 años, nosotros queríamos seguir mejorando su concentración y sus reflejos, así que los inicios en esta disciplina fueron muy motivadores, y le ayudó a seguir desarrollando fuerza, equilibrio, velocidad de respuesta y flexibilidad. Durante los siguientes nueve meses fue avanzando a su propio ritmo, aprendiendo los kata (los kata en el karate son una series específicas de movimientos, con pasos y giros que se practican utilizando, técnicas precisas) y participando en dos competencias con su academia (Pablo obtuvo un diploma por participar en el Tercer campeonato Inter Academias de Maracaibo 1993). Esta actividad fue una gran experiencia en su vida al relacionarse con otros niños en un ambiente de respeto, nosotros como padres valoramos esas interacciones que permitieron reforzar el compañerismo y respeto hacia sí mismo y hacia los demás, procesos necesarios para desenvolverse en ambientes inclusivos, integradores y de socialización.

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En las clase de karate, Pablo alcanzó la clasificación cinturón blanco con punta verde y Luis Ignacio avanzó rápidamente y alcanzó cinturón naranja. Era el año 1994, y se acercaba  la evaluación para la promoción al siguiente nivel, cuando repentinamente muere la Sra Aura, madre de Luis y abuela de nuestros hijos, en ese momento viajamos a Judibana, estado Falcón, la tierra natal de Luis padre, de tal modo saltamos la evaluación y el año sucesivo nos mudamos de esa zona, saliendo del área de influencia de la academia y por lo tanto abandonando la práctica.

Esa mudanza traería la natación como una actividad deportiva a la vida de nuestro hijos. Luis Ignacio inició solo, su segundo grado en el Colegio Bellas, y paralelamente los inscribimos a los dos en la academia de natación del mismo colegio. Este fue el inicio de la aventura de dos hermanos con el agua, una que aún hoy continúa, igual de apasionante para ellos como el primer dia.

Un pensiero su “Capítulo 12. Primeras exploraciones. El agua y el karate.”

  1. El karate aparte de la natación son uno de los deportes y prácticas deportivas que considero más enriquecedoras, sin duda le dio a Pablo herramientas y aptitudes que le servirían para desenvolverse en el mundo qué le tocaría vivír.

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