CAPÍTULO 26. Crisis De Salud

Hasta donde la falta de experiencia médica en los trastornos de salud de las personas con Síndrome de Down pueden afectar sus vidas?. Esa era la pregunta sin respuesta que padecimos con Pablo desde inicios del 2010, de la cual mucho tiempo después, encontramos respuestas en investigaciones realizadas en Francia sobre las alteraciones en jóvenes con Síndrome de down.

En ese entonces Pablo se preparaba para un nuevo campeonato mundial en Macao, China, era un evento donde el tenia todas las esperanzas de consolidarse entre los mejores atletas Síndrome de Down del mundo, ya que que estaba en el mejor momento de su carrera deportiva, también había ingresado al mercado laboral, en la empresa de yogures María Elena trabajando por tres horas al día, de tal manera que su tiempo lo distribuía entre el trabajo, el gimnasio, el entrenamiento en agua y con los controles médicos de rutina.

Sin embargo en el mes de Marzo empezamos a notar cambios en él, desde una disminución progresiva en su rendimiento, hasta algunos trastornos conductuales que activaron nuestras alarmas, así consultamos a su médico deportivo y a su médico internista, ambos recomendaron una evaluación general de su condición cardiaca, con los resultados normales seguimos indagando, sucesivamente fuimos remitidos al Instituto de Investigaciones Endocrinológicas de la Universidad Del Zulia, allí iniciamos el protocolo necesario para el diagnóstico de la glándula tiroides, determinando que no había ninguna alteración, ni endurecimiento, ni un mal funcionamiento apreciable. Solo en la evaluación hematológica se noto alteración en los valores T3, T4 y TSH (hormona cerebral estimulante de la tiroides), además de un desequilibrio de todos los valores, sales, minerales, glucosa, insulina, ácido úrico, etc. Con estos hallazgos fue remitido a la consulta de un endocrinólogo e inicialmente se le dio particular atención a la insulina y la glucosa, haciendo referencia a una nutricionista especializada en estos temas y con una dieta estricta comenzamos el tratamiento. 

Sin embargo en Pablo se agudizaron algunos síntomas como el insomnio. Demostraba un total desinterés a su entorno y a sus actividades cotidianas, un comportamiento ajeno a él,  su alegría natural se convirtió en apatía, lo notamos tan triste que nos partía el corazón. 

Ante este cuadro buscamos otras opiniones médicas, el siguiente especialista en tiroides abordó la alteración de los valores de la tiroides el TS3, TS4 y TSH y por su recomendación fuimos remitidos a una psicólogo clínico, para ese momento su psicólogo deportivo se había erradicado en los Andes y no contábamos con su presencia, después de aplicar una batería de test se determinó que Pablo presentaba una deficiencia en el sistema de Neurotransmisores, así fue remitido a un especialista en esta área en la Clínicas Caracas, Pablo y su papá se fueron a Caracas, para repetir los mismos procedimientos, entre citas, entrevistas, exámenes, y un tratamiento acelerado sin esperar resultados de los exámenes, cada mes Pablo era evaluado sin resultados positivos, todo lo contrario en él se agudizaron los síntomas, hasta el punto que perdió el habla, pasaba las noches sin dormir (y nosotros igual), perdió su coordinación motora, había que darle la comida en la boca y padeció de un aumento desmedido del soliloquio (comportamiento normal en las personas con Síndrome de Down), en la última consulta, en vista del empeoramiento de su condición, y por decisión nuestra a raíz de conversar con varios de los pacientes quienes nos ratificaron que el tratamiento era igual para todos y no encontraron mejoría a sus dolencias y aflicciones, decidimos buscar otro especialista y abandonar este tratamiento.

Frustrados y desesperados con la tristeza que nos invadía y en medio de una profunda angustia, una noche después de nuestro regreso de Caracas, le pedí a Dios que nos guiará a encontrar la ayuda que Pablo requería y como por obra de gracia vinieron a mi mente un pares de amigas, casi hermanas, una de ellas médico Psiquiatra especialista en atención a adolescentes y jóvenes, siguiendo mi intuición la contacte. Emil residía en Barquisimeto, y al mediodía del siguiente día estábamos en su casa con nuestro Pablito, después de darle los detalles de todo el proceso vivido, de los resultados de exámenes, de los diferentes medicamentos y las drogas referidas por el último médico, ella analizó la composición de cada una de las medicinas y de la disparidad entre los tratamientos, nos refirió que estos habían erosionado su organismo con drogas prescritas para personas con estados depresivos profundos, absurdo, ya que el caso de Pablo era una crisis tiroidea agudizada por la alteración de todos sus valores. Lo necesario era seguir el tratamiento para nivelar los valores, desintoxicar su organismo poco a poco y con la fe y convicción de haber encontrado la profesional idónea, además parte de los afecto de Pablo y de nuestra familia, nos sentimos más seguros y confiados, seguimos sus indicaciones y el debido procedimiento, así a finales del año 2010 ya evidenciamos en Pablo una lenta pero progresiva mejoría, había logrado regularizar el sueño, recuperó su capacidad motora, y una disminución del soliloquio.

Conversando un tiempo después con nuestro amigos el Dr Greco y la Dra Emil Manrique sobre el proceso vivido por Pablo y las dudas que teníamos en relación a que había desatado todos los cambios conductuales en el, nuestros amigos nos ratificaron de una manera muy sencilla lo que los especialistas en tiroides no nos habían dicho y que hubiera evitado tanto dolor y era que la crisis tiroides, que ataca a las personas sin piedad, afecta el funcionamiento armónico del organismo y también afecta neurológicamente a cualquier persona, allí estaba la clave de aquella crisis.

Más orientados sobre lo acontecido atestiguamos la recuperación de su equilibrio, hormonal y biológico. Sin embargo en la parte emocional seguía decaído, callado, cansado y muy pálido esto nos decía que algo faltaba en su recuperación, esto era, trabajar en su equilibrio emocional y espiritual.

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